La alimentación de fenicio y cartagineses, ambos pertenecientes a la conocida como civilización púnica, están cortadas por el mismo patrón. El pueblo cartaginés tiene su origen directo en el fenicio, por tanto, en su herencia encontramos la base de su alimentación.
El mundo púnico y la alimentación mediterránea
Los pueblos púnicos tenían una acertada forma de alimentarse. Conocían sus necesidades, sabían aprovechar los recursos a su alcance, y mantenían unas pautas alimenticias muy equilibradas.
Alimentos de origen vegetal
Trigo, cebada, mijo y sésamo son los cereales que más consumían, eran su principal fuente de hidratos de carbono, proteínas y lípidos, y, nunca podían faltar en su mesa.
Garbanzos, lentejas y habas eran las legumbres predominantes en su dieta. Lo habitual era consumirlas junto con los cereales, ya que sabían que de esta forma podían suplir a las carnes cuando estas no estaban a su alcance.
Higos, granadas, uvas, peras, ciruelas y dátiles son las frutas de las que se han encontrado indicios de ser consumidas en abundancia. Fuente de vitaminas, minerales, fibra e hidratos, los pueblos púnicos eran auténticos fans de ellas, tanto por su sabor dulce como por ser conscientes de la gran cantidad de agua que les aportaba.
Alcachofas, coles, cardos, patatas, zanahoria son las verduras u hortalizas de las que hacían mayor uso, así como del ajo, al cual, tenían adoración. Por su contenido en alicina, un potente bactericida, y no existiendo los antibióticos, cabe suponer que, de ahí, viniera el exceso de consumo.
Mención aparte merecen la oliva y la uva.
La oliva era cultivada o recolectada para usarla como alimento y de cara a extraer el aceite, que además de usar para cocinar, utilizaban como conservante de otros alimentos.
Los restos de almazaras y olivos encontrados en yacimientos arqueológicos dan fe de que el aceite de oliva era el más usado, y que gracias a los conocimientos que tenían sobre él, y sus propiedades, desplazó a otros menos beneficiosos.
Y la uva, además de comerla, les servía para elaborar los vinos que una vez fermentados, embotellaban, en ánforas u odres y comercializaban en sus habituales rutas.
Alimentos de origen animal
Ovejas, cabras, aves, conejos, vaca y miel formaban parte de su alimentación, aunque no de forma prioritaria. Sacaban provecho de los animales antes de comerlos, se surtían de leche, huevos para, además de tomarlos, realizar preparaciones que pudieran conservarse o venderse, como quesos, dulces o panes rellenos.
En los yacimientos se han encontrado restos de hornos que, por sus características, indicarían que la carne era asada junto con legumbres o verduras. La caza era algo esporádico y a la que recurrían cuando no había otras fuentes de alimentación alternativa.
Caballa, bonito, atún, boquerones, doradas, lubinas, pargos, sardinas, moluscos y bivalvos sí que eran de uso habitual. En sus rutas comerciales tenían la oportunidad de pescar en costa y mar adentro, tanto por zonas atlánticas como mediterráneas, y de ahí proviene su excelente y saludable despensa piscícola.
Esta era su principal fuente de proteínas, vitaminas y oligoelementos, y aprendieron técnicas de conservación que les permitió llevarlos a sus colonias y comerciar con ellos.
En cuanto a la preparación de los alimentos, y teniendo en cuenta lo que indican los restos cerámicos hallados, asaban carnes y pescados, guisaban legumbres y verduras, freían piezas pequeñas, cocían líquidos y amasaban. Respecto a la conservación eran de uso común salazones, adobos, ahumados, secados y compotas.
¿Qué podemos sacar de esto?
Los pueblos púnicos fueron capaces de aprender a alimentarse de acuerdo a sus necesidades, en un entorno dónde no existían las facilities de las que ahora gozamos.
La alimentación Fenicio y Cartagineses nos aporta ejemplo. Si deseas tener una relación cordial con la comida, no lo dudes. Te ayudamos a encontrar el equilibrio entre preparación y consumo de alimentos
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